La cara 'decente' del dinero

Escrito por Diálogos en la Granja. Publicado en Filantropía

Encontrar en los medios españoles una simple noticia sobre filantropía se antoja, cuanto menos, complicado. Como milagroso toparse con una reflexión que vaya más allá. Así que durante una incursión virtual fuera de nuestras fronteras nos hemos topado con un artículo salido de la pluma de un afamado ensayista y periodista francés, Guy Sorman, para el periódico Le Monde, que merece una mención en nuestra web.

Quizá no aporte ideas novedosas a la cuestión pero sirve de combustible para azuzar una parte concreta de nuestro debate: la filantropía de las grandes fortunas, celebrada por unos y vilipendiada por otros dependiendo del lado del Atlántico en que se encuentren. Sorman ejerce de altavoz moralizante, baja a la tierra el concepto de filantropía y en el camino hasta tiene tiempo de detenerse para abroncar, no sin razón, a Europa.

El artículo comienza poniendo en contexto la situación de los más ricos o, como el denomina, ‘mega ricos’, una nueva élite sin precedentes históricos según él, cuyas fortunas son directamente proporcionales al pedazo de tarta del mercado global que se han llevado a la boca: industria tecnológica, farmacéutica, cosmética, moda… Sin olvidar a los “magnates” de los recursos naturales.

El modelo de EE.UU.

El autor enraíza esta circunstancia con movimientos de protesta como el de los indignados del 15M, los manifestantes de Wall Street, o el de los ciudadanos suizos, que el pasado 3 de marzo aprobaron por referéndum la imposición de controles estrictos sobre los salarios a los ejecutivos. “Se trata de una reacción visceral, comprensible en sociedades democráticas como éstas” señala Sorman.

Tomar el modelo filantrópico estadounidense como ejemplo hasta produce hastío, pero pocas veces un cliché estuvo tan justificado. Resulta imposible dar la espalda a ciertos datos, y Guy Sorman tampoco lo hace al recordar que el sector no lucrativo representa el diez por ciento de la economía norteamericana. Inevitable también no hacerse eco de las donaciones privadas de Bill y Melinda Gates, del empresario John Paulson, que contribuyó recientemente con 100 millones de dólares al mantenimiento de Central Park, o del financiero Stephen Schwarzman, que dedicó la misma cantidad a la remodelación de la Biblioteca de Nueva York.

¿Y Europa qué?

La comparación de ese modelo con el europeo es ofensiva. Como apunta el ensayista francés “la práctica totalidad de las instituciones culturales y grandes universidades norteamericanas proceden de donaciones privadas, mientras que en Europa la financiación es pública y famélica”. Además subraya que “la filantropía no debe confundirse con la caridad”, un error conceptual con el que Europa parece toparse con terquedad. A juicio de Sorman, ambos términos son antagonistas desde el momento en que el primero debe orientarse a la extinción del segundo.

“Morir rico es indecente”. La cita proviene del citado artículo pero el autor de la misma es Andrew Carnegie, gigante de la industria, la filantropía y el mecenazgo durante el siglo XIX. Sorman aprovecha las gotas que, un siglo después, aún derraman esas palabras y conmina a los ‘mega ricos’ europeos a “descubrir la filantropía” versión USA. “Determinados gestos filantrópicos quizá no hagan de los norteamericanos que los practican gente admirable pero sí soportable”, dice, para sentenciar: “la donación procura dignidad al que la da y al que la recibe; es el precio que los más ricos deben pagar para poseer algún rasgo de humanidad ante la opinión pública”.

La cuestión que en nuestro país cabe plantearse es cómo revestir esta clase de filantropía del reconocimiento social que merece, en lugar de ataviarla con un manto de suspicacia. Sorman no da la respuesta pero sí concluye con una idea a tener en mente: “La filantropía no es la solución a las desigualdades pero sí el comienzo de una toma de conciencia”.

 

Foto: Oneiroi. Creative Commons